Si hay algo que está haciendo que nos volvamos más individualistas, por no decir egoístas, tiene mucho que ver con la diferencia entre placer y felicidad.
La sociedad nos está instruyendo para que no trabajemos las cosas como siempre se han hecho, es decir, con paciencia y con bastante esfuerzo. Queremos recibir refuerzos al instante, sin darnos cuenta de que esa no es la solución. El mal uso de las nuevas tecnologías, del comercio rápido, de la comida al instante, todo sirve para conseguir lo antes posible aquello que deseamos de ya para ya, y esa forma de dejar trabajar a nuestro cerebro sirve para que nos hayamos convertido en personas “malcriadas” intentando contentarnos al momento, pero descuidando la parte del cerebro que hace que consigamos algo mejor para nosotros y para nuestra vida, como pueda ser estar alegres o ser felices, agradecer por lo que tenemos, y darnos cuenta de lo que es verdaderamente importante.
En este enlace podemos observar, en pocas palabras, las grandes diferencias que podrían existir al respecto: