“Un beso que funciona actúa como una droga porque estimula un cóctel de hormonas y neurotransmisores. Sube lo que llaman la hormona del amor, la oxitocina, que crea vínculos a medio y largo plazo. También suele subir la dopamina, sobre todo en los primeros besos de una relación, y se fomenta el deseo, ese sentimiento de que no puedes esperar a estar con alguien cuando te enamoras”. Elsa Punset
Si hay algo que nos ha robado la pandemia son la cantidad de besos y abrazos que podíamos haber dado y que no lo hemos hecho por miedo o por respeto, las relaciones personales han cambiado mucho, y las mentes de las personas ya está exhaustas, llevamos demasiado tiempo sin sentir el afecto que merecemos.
Tenemos que dar un paso al frente, no se trata de dar abrazos hasta a las farolas, o dar besos sin control, pero si sabemos que está demostrado que los besos y los abrazos son muy beneficiosos para nuestra salud física, pero, sobre todo, para nuestra salud mental, creemos que habría que hacer un replanteamiento de la situación y añadir esta “medicina” a nuestra vida diaria.
Hay personas que están solas y se sienten solas, pero debido a todas las circunstancias que ha provocado la pandemia, hay personas que están rodeadas de gente, pero también se sienten solas, somos humanos y necesitamos nuestra ración de besos y abrazos. No tratamos de que se salten las normas sanitarias, pero creemos que tampoco hay que exagerar en los comportamientos, porque entonces tal vez no muramos de coronavirus, pero vamos a morir de pena y de soledad.
