Cuando pensamos en una relación amorosa, solemos imaginar cercanía, intimidad y conexión profunda. Sin embargo, algo que muchas veces pasamos por alto y que es esencial para que la relación sea sana es establecer los límites.
Hay que tener en cuenta que los límites no son una señal de frialdad o desconfianza, al revés, la realidad es que es una forma de cuidarse uno/a mismo/a y a la relación en sí. Ya que son acuerdos que permiten que ambas partes se sientan seguras, respetadas y libres dentro del vínculo.
Los límites cuidan la individualidad. Cada persona necesita conservar su espacio, su tiempo y su identidad. Una pareja saludable no significa compartirlo todo, todo el tiempo. Es muy importante respetar la necesidad de estar a solas, mantener las propias amistades o dedicar tiempo a intereses personales, y ello, no significa alejarse, todo lo contrario, significa fortalecerse.
- Cuando existen límites en una relación:
- Se fomenta el respeto y la comunicación.
- Se mantiene el equilibrio entre dar y recibir.
- Aumenta la confianza.
- Promueve el autocuidado.
- Previene conflictos innecesarios.
- Fortalece la independencia.
- Evita el agotamiento emocional.
- Crecimiento personal y mutuo.
De esta forma, se construye un amor más respetuoso, consciente, sano, fuerte y equilibrado, ya que ambas partes de la pareja se sienten valoradas, comprendidas, apoyadas y amadas.
