En estos tiempos tan volátiles, dónde impera la inmediatez y la fidelidad es algo que parece sólo para los cisnes, abogar por la pareja estable parece ser una osadía o algo directamente del paleolítico.
Sin embargo, la ciencia española, tan rigurosa como nuestros mejores literatos, no deja lugar a dudas: tener una pareja sólida y SANA es, sencillamente, bueno y sano.
Algunos estudios han dejado constancia en sus informes que quienes disfrutan de una relación estable y SANA, declaran un mayor grado de satisfacción vital.
De modo que no se trata de un sentimentalismo arcaico, sino de un dato que ha sido contrastado y que refleja el soporte emocional como la mayor protección contra la ansiedad y el desasosiego.
Otro tipo de estudios subrayan que esa estabilidad afectiva reduce notablemente la incidencia de trastornos mentales y mejora la adherencia a tratamientos médicos. Algo que, sin duda, agradecerán quienes sufren en silencio.
Y no sólo la mente se beneficia, también lo hace la salud del cuerpo. Menores riesgos cardiovasculares, longevidad mejorada. Esos hábitos de vida son la recompensa para quienes caminan juntos y sanamente en la vida.
Los estudios sobre el envejecimiento también demuestran que los mayores con una pareja estable mantienen su lucidez y felicidad más allá de lo esperado, como si el amor les prestará una juventud extra.
Por ello, consideramos que no es una cuestión de mera costumbre, es un hecho probado, una realidad que invita a pensar que un homenaje a la estabilidad no debería ser subestimado.
La pareja estable, la de verdad, la que mantiene una relación SANA es un bien, tal vez, necesario. Pero, por supuesto, es una decisión que debe tomar cada persona.
